Louise Bourgeois apenas requiere introducción. Sobre todo cuando a los noventa años recién cumplidos acaba de estrenar una nueva exposición en España de sus obras tan sugerentes y provocativas. En esta compilación de escritos suyos, el lector encontrará una visión íntima y amplia del artista y la mujer, en toda su grandeza. La escultora empezó a escribir a los catorce años. Desde entonces, no ha dejado de escribir y dibujar. Destrucción del padre-el título viene del nombre de la escultura que creó después de la muerte de su marido en 1973, y que algunos críticos citan como un hito en el desarrollo de su obra-contiene textos formales y lo que la autora llama pensamientos de bolígrafo: una mezcla de texto y dibujo a menudo relacionado con sus dibujos finales y sus esculturas, con relatos o poemas inscritos en los márgenes. Para esta prolífica artista, escribir es una forma de expresión cuya importancia ha ido incrementado a lo largo de los años, particularmente durante períodos de insomnio. Su escritura es compulsiva, pero también perfectamente meditada, avalada por su formación intelectual, conocimientos.
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